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La historia de Silver Linings Playbook sigue a Pat (Bradley Cooper), quien luego de 8 meses en un instituto psiquiátrico, vive con sus padres (Robert De Niro y Jackie Weaver) mientras impleneta un plan para recuperar a su esposa. Luego de conocer a la también particular Tiffany (Jennifer Lawrence), las cosas para él y su familia toman un nuevo cause.

Cooper logra amalgamar en su interpretación la pareja de ‘Rain Man’: La inocencia y las frustrantes manías de Dustin Hoffman con el carisma y la sonrisa compradora de Tom Cruise. Como un niño sin filtros, dice constantemente cosas inapropiadas y ofensivas, originando muchas de las situaciones cómicas. La obsesión por reconquistar a su esposa pese a que ésta le fue infiel, es algo pocas veces visto en un protagonista masculino.

Además de mostrar las dificultades que la familia afronta cuando uno de sus integrantes padece una condición psico-emocional, la historia cuestiona al sistema que decide a quién cataloga de insano y a quien de normal. Un ejemplo es el padre de Pat, quien exhibe un alto grado de comportamiento compulsivo a la hora de ver los partidos de fútbol americano. Sus rituales supersticiosos son tan irracionales como la fe ciega que Pat deposita en su positivismo de libro de autoayuda barato.
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Bob De Niro, tal vez porque la temática repercute en su vida personal, se brinda al máximo como pocas veces en los últimos años. Claro que recurre a las muecas sonrientes y fruncidas de ceño clásicas, pero cuando tiene que ejercitar sus músculos dramáticos para impactarnos emocionalmente demuestra por qué es considerado uno de los mejores del séptimo arte.

Tiffany es otra oveja negra producto también de una familia disfuncional preocupada por las apariencias y “el qué dirán”. Lawrence es convincente en todas las facetas de su ecléctico personaje: Seductora, vulnerable, graciosa, dominante, histérica y agresiva. La joven no es el integrante más memorable pero sin dudas refuerza a este magnífico triunvirato de actores.

La misma estética realista que David O. Russell le impregnó a The Fighter contrasta con una dinámica de comedia teatral de enredos, donde personajes -como un policía decidido a que Pat no altere el orden del vecindario- entran y salen de escena siguiendo más las necesidades narrativas del guión que la lógica del mundo real. Esto puede interrumpir la magia al despertar en el espectador la vocecita que dice “esto es sólo una película, son actores”. Pero si es el precio a pagar -como en algunas comedias de Woody Allen- para entretenernos por un par de horas, bien vale la pena.

El principal reclamo tal vez sea que luego de comenzar explorando situaciones y personajes poco convencionales comienza a caer en clichés y lugares comunes del género “rom-com”. Para aumentar la tensión y lo que está en juego se recurre a una situación (creada en la escena donde por primera vez Tiffany confronta a la familia de Pat) que resulta extremadamente poco creíble y manipuladora.

Pese a estos detalles, es un muy efectivo “crowd-pleaser” con energéticas interpretaciones, que provoca muchas carcajadas y hasta alguna lagrimita. Si la finalidad era hacernos pasar un muy buen momento, la estrategia fue todo un éxito.

-Reseña crítica de Silver Linings Playbook escrita por Néstor Bentancor (@DesdeHollywood).

El Lado Bueno de las Cosas se estrenó en Estados Unidos el 21 de Noviembre.

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