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‘Green Lantern’ es uno de los cómics de DC más densos en cuanto a mitología y cantidad de personajes se refiere. Es entendible por lo tanto que esta adaptación de Warner Bros. comience con una introducción para explicar los conceptos básicos de esta patrulla intergaláctica conocida como ‘Green Lantern Corps’, encargada de mantener el orden en los diferentes sectores en los que se divide el universo. La cantidad de exposición y reiteradas explicaciones que molestarían en films para adultos -sí ‘Robin Hood’, ya sé que están en “Notthingham”- se perdonan en uno que apunta tanto a los niños.

Pocos minutos después de pasar a la Tierra -la primera transición de muchas- vemos a Hal Jordan (Ryan Reynolds) en una prueba de vuelo. Una serie de flashbacks de su padre, también piloto, podrían tener el efecto dramático de ‘Top Gun’ pero recuerdan más a ‘Hot Shots’ (Locademia de Pilotos) provocando risas sin que fuese la intención. El humor funciona a veces pero con menos frecuencia de la esperada.

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Después de que Jordan hereda el anillo y la linterna de un agonizonte alienígena (Abin Sur), es transportado al planeta Oa. La recreceación de este mundo y sus habitantes es realmente espectacular y los millones invertidos en efectos especiales se justifica. La voz de Geoffrey Rush para Tomar-Re y de Michael Clarke Duncan para Kilowog, le aportan carisma y credibilidad a sus personajes. El problema es que sus participaciones son muy breves. Quien se roba la película es Mark Strong, siendo Sinestro la presencia más memorable de la misma. El corto entrenamiento de Jordan, aprendiendo a dominar el poder del anillo para materializar artefactos y su interacción con los ya mencionados extraterrestres es de lo más interesante.

Cuando queremos seguir explorando y conociendo más linternas verdes, la historia vuelve a centrarse en la Tierra, en una serie de escenas que saben a “ya visto”: El superheroe llegando al penthouse para llevar a pasear a su amada por los aires (Superman), el villano estropeando una concurrida celebración (Spider-Man), etc. Ausente está la frescura que el director Martin Campbell le inyectó en su momento a James Bond y al Zorro.

Salvando Strong, el resto de las actuaciones van de lo aceptable a lo olvidable. Ryan Reynolds lo hace lo suficientemente bien para que no parezca ridículo en su antifaz verde pero no logra vendernos del todo el personaje. Siempre estamos conscientes de que es Reynolds el actor el que aparece en la pantalla. Peter Sarsgaard hace un trabajo correcto como Hector Hammond, el tímido y resentido científico infectado por Parallax, la entidad del miedo aquí reducida a un genérico monstruo “come esencias”. Tim Robbins y Angela Basset están totalmente desperdiciados en roles intrascendentes. Blake Lively no lo hace tan mal pero su Carol Ferris tiene los peores diálogos. Su relación con Hal va para atrás y para delante sin que logre interesarnos en los más mínimo.

Precisamente, son la historia y el libreto los eslabones más débiles. Lo que podría ser la exploración de un universo fascinante como el de Star Wars se reduce a una “película mensaje” para los niños. Si en el remake de ‘El día que la Tierra se detuvo’ repiten hasta el cansancio el mensaje ecológico de que los humanos “podemos cambiar” aquí todo se reduce a “podemos vencer los miedos”. Sin exagerar, la palabra “miedo” se menciona unas veinte veces: “Ustedes tienen miedo de tener miedo” dice Jordan en un momento.

En el último tercio todo se acelera y suena muy forzado. Después de que Jordan hace un pésimo trabajo convenciendo a “Los Guardianes” (el consejo de sabios inmortales de Oa) para que nos ayuden -¿No era mejor argumentar que la amenaza se volvería mucho más poderosa si arrasaba con la Tierra en lugar de decir que los humanos no somos tan malos?- libera una corta y anticlimática batalla final con Parallax.

Técnicamente no hay nada para reprochar. El 3D tiene puntos muy altos en la introducción y las posteriores escenas interplanetarias pero el resto -85%- no tiene mucha profundidad. Esto es típico de las conversiones posteriores: El CGI funciona pero lo filmado con cámaras regulares se ve chato.

En resumen, se me hizo muy similar a ‘Thor’: Un personaje que tiene traumas paternos -Freud se haría un picnic- debe madurar y probar que es merecedor del poder generado por un objeto. El Asgard y Oa eran lugares mucho más interesante que la Tierra. El romance en ninguna de éstas resulta convincente y conectar del todo con los personajes se hace difícil. Los niños saldrán más satisfechos.

La escena secreta después de los créditos promete una secuela más brillante.

-Reseña Crítica de ‘Green Lantern’ (Linterna Verde) escrita desde el sector 2814 por Néstor Bentancor.

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