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Un título para esta crítica de A Good Die to Die Hard estuvo cerca de ser “John is dead baby, John is dead”.

Si John McClane había perdido rasgos esenciales de su personalidad en Live Free or Die Hard, ahora se puede declarar totalmente perdido en acción. La mencionada cuarta entrega no continuaba el espíritu de la franquicia pero es una película de acción espectacular y entretenida. Muchos de sus críticos la deben estar reconsiderando luego de soportar esta quinta parte.

Dentro de la larga lista de problemas con esta Duro de Matar es el tono. La intención es claramente hacer algo serio a la Bourne o Taken. La exasperante cámara al hombro y los súbitos acercamientos le impregnan una estética “realista” que contrasta con los excesos imposibles tanto visuales como narrativos.

En la primer parte se denota la falta de interés en presentar un libreto con lógica. Todo es tan arbitrario como el viaje de nuestro héroe a Moscú. Sin plan aparente, simplemente allí esperando para cuando el director grite “¡Acción!”.

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Sumergir a alguien como McClane en esta monocromática Rusia pintada de azul no sería tan malo si los personajes tuviesen algo de color. Los primeros minutos de su hijo Jack son disparándole a gente desarmada, insultando a los cuatro vientos y apuntándole a su padre en la cara ¡Vaya presentación!

La dinámica que dio resultado entre el duro “vieja escuela” y el nerd chistoso de la anterior se pierde al tener dos hombres igualmente rudos y retraídos. Los reproches entre ambos son producto de rencores he incomprensión mutua que fruncen el ceño en lugar de dibujar muecas de sonrisas. Estos poco explicados problemas familiares se resuelven al final por arte de magia.

Liam Neeson puede a sus edad conquistarnos en cintas de acción porque logra imprimirle emoción y energía hasta al más delgado de los roles. Bruce Willis en cambio continúa con su tendencia de caminar delante de la cámara mientras piensa qué va a cenar esa noche. Las esperanzas que repitiera lo de Looper, donde se da al máximo, se difumaron rápidamente.

No sabemos qué le pasó al chispeante David Addison que disparaba diálogos en Moonlighting y contagiaba risas en el cine de los años ochenta. Una vez cada década sale de esta sombra de lo que fue para regalarnos una interpretación profunda y visceral como la expuesta en el film dirigido por Rian Johnson o aquél de M. Night Shyamalan.

Parece que el actor ha perdido además del pelo, las ganas de actuar y también la memoria. Según John Moore, el director de este vacío y aburrido desfile de explosiones, Willis fue dejado solo para que diera vida a su personaje como quisiera. “Nadie lo conoce mejor que él” dijo.

Cómo se explica entonces que el héroe obligado que hace sus hazañas a regañadientes se ponga a buscar problemas con la excusa que “matar a los malos” es su tarea. Que el tipo sencillo, del pueblo, rebelde ante la autoridad, golpee a alguien en la calle para robarle el automóvil. Que el ocurrente anti action-hero se limite a escupir líneas como “Estoy de vacaciones” una y otra vez como si fuese lo más gracioso del mundo.

Die Hard 6 ya fue anunciada. Pero hoy es un buen día para pensar en retirar al detective.

McClane se merece que salgamos del cine diciendo “Yippee Ki-yay!” y no “Motherf@cker!”.

La jungla: Un buen día para morir (titulada así en España) llegó con amor desde Rusia el 14 de Febrero del 2013.

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