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Un actor pisando los 50 años de edad, que ha tenido altibajos en los últimos años de su carrera. Un director de animaciones que debutaba en películas “live-action”. La cuarta entrega en una franquicia basada en una serie de televisión de los años sesenta. Que la suma de estos elementos resultase en un producto excitante y exitoso parecía una misión imposible.

Misión Imposible: Protocolo Fantasma cuenta la historia de Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo de agentes IMF en su intento por detener un conflicto nuclear. El grado de dificultad no tiene precedentes ya que no contarán con ningún tipo de asistencia, luego de que la organización fuera desmantelada después de un ataque terrorista en la capital rusa. Ethan contará con su experto en computadoras Benji (Simon Pegg), la atractiva Jane (Paula Patton) y el misterioso Brandt (Jeremy Renner).

La sinopsis no parece distar mucho de las tramas exploradas en las entregas anteriores: Acción e intriga en exóticas locaciones para prevenir una catástrofe a gran escala. Y es cierto, lo mejor de la película no pasa por la historia sino por una formidable ejecución.

Las escenas filmadas con cámaras IMAX nos meten de lleno dentro de la gigantesca pantalla y es una lástima no verla en este tipo de sala de cine. Dentro de los “set-pieces” más impresionantes tenemos una abrumadora explosión de un edificio del gobierno ruso, una persecución en plena tormenta de arena, una pelea mano a mano en un moderno estacionamiento automatizado, y por supuesto la escalofriante secuencia en las alturas del edificio más alto del mundo, el hotel Burj Khalifa de Dubai.
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A parte de haber sido una excelente promoción gratuita para el filme, el que Cruise haya realizado sus propias tomas colgando fuera del al precipicio le aporta un grado de realismo a dichas escenas al que no estamos acostumbrados en la era de las pantallas verdes y el CGI. Claro que fueron retocadas para esconder los cables y en algún momento veamos un doble, pero cuando lo vemos al personaje en peligro de caer realmente sentimos la tensión.

Cuando nuestro héroe se acerca a la ventana para comenzar a escalar, la transición de la pantalla ancha al IMAX se realiza de una forma intencionalmente evidente: Las barras negras de arriba y abajo van reduciéndose lentamente a medida que la imagen ocupa la pantalla IMAX (más cuadrada y menos angosta que las regulares) en su totalidad. Nos recuerda a las cortinas de un escenario abriéndose para que presenciemos un espectáculo.

Otro ejemplo de “giño” técnico que demuestra la complicidad que la cinta quiere establecer con el espectador es cuando Ethan, medio aturdido en una sala de hospital, quiere entender una conversación en ruso. Al principio vemos los subtítulos en ese idioma, hasta que el personaje retoma la conciencia completamente y vemos las palabras convertirse al Inglés.

El tono de esta Misión Imposible 4 es más liviano que el de otros ejemplares de la saga. Aunque el personaje de Pegg tiene más participación que antes y nos hace reír bastante, existe mucho humor puramente visual. Esto no sorprende si recordamos la experiencia del director Brad Bird en cintas de Pixar como ‘UP’, ‘Ratatouille’, y también en ‘Los Simpsons’. Pero Bird también dirigió ‘The Incredibles’ cuyo espíritu vive en la banda sonora -con tintes de las viejas cintas de espionaje- y en dinamismo de las escenas de acción.

Las únicas pequeñas quejas son con respecto a ciertos elementos que le quitan demasiado realismo (aunque estemos dispuestos a aceptar casi todo en este universo) o lógica a la aventura. Como cuando un vagón de tren en pleno Moscú puede albergar un centro de comando super tecnológico de una agencia espía sin que nadie se de cuenta. O como cuando un personaje utiliza una de las clásicas máscaras cuando no tenía ninguna necesidad salvo incluir un elemento característico de la franquicia.

El villano principal podría ser más interesante y menos secundario. No existe un duelo personal con Ethan, como sí lo tenía en la tercera con el personaje de Seymour Hoffman. Pero aquí, lo más importante es el equipo. Pese a que no hay mucho tiempo para desarrollar los personajes, cada miembro se siente como una persona real y nos interesamos por ellos.

Otro gran acierto, que hace más fácil aceptar las piruetas increíbles a las que sobreviven, es que muchas cosas les salen mal. Los inventos de avanzada que utilizan se rompen en plena misión, sus cuerpos sufren durísimos golpes o disparos, etc. Debido ha que no pueden pedir ayuda, sus planes fallan y se ven obligados a improvisar constantemente, aportándole una refrescante dosis de incertidumbre.

Aunque no sean fanáticos de Tom Cruise, hay que reconocer la entrega de alguien que arriesgó su vida por entretenernos. El carisma que no tienen ni el Bourne de Dammon ni el Bond de Craig, vale la pena ser disfrutada en la mejor sala de cine.

¿Les dije que tenía que ser IMAX?

Reseña Crítica de Misión Imposible: Protocolo Fantasma escrita por el agente Néstor Bentancor.



 
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