Resena-Critica-Men-in-Black-3-Hombres-de-Negro-3

La tercera parte que muy pocos morían por ver es una mezcla de cosas buenas y malas. Posiblemente a la cantidad de escritores y cambios en el libreto sufridos sobre la marcha de la mismísima producción. Pese a ello, el carisma y la energía de Will Smith logran que Men in Black 3 incline su balanza hacia el lado del disfrute.

La película comienza con uno de los peores ingredientes de este platillo, el villano. “Boris, el animal” (Jemaine Clement) es el típico personaje belicoso y fanfarrón que veíamos en las caricaturas animadas de los años setentas. Un cliché andante que cada vez que abre la boca deseas tener el control remoto en la mano para ahorrarte el aburrimiento. Lo único interesante de este alienígena dispara-garras es que su cuerpo es la casa de otra criatura que funciona como su mascota. El diseño de todos los extraterrestres, a cargo del genio de Rick Baker, representa un deleite visual y uno de los puntos más altos.
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Después de una escena en el cuartel de los Hombre de Negro -donde todas las bromas caen como plomo- pasamos a una entretenida escena de acción en un restaurante chino con todos los elementos fantásticos que hicieron popular a la franquicia. Boris, recién fugado de su prisión lunar, viaja al pasado para matar al agente K (Tommy Lee Jones) antes de que éste cortase su brazo y lo encarcelase por décadas. J (Will Smith) se entera que K ha desaparecido de ese plano de la realidad por una ruptura temporal -gracias a la leche chocolatada, no nos miren así que nosotros no escribimos esa parte- y decide viajar a 1969 para salvar a su compañero y al planeta de una invasión.

En el sub-género de las cintas de viajes en el tiempo, Los Hombres de Negro 3 no aportan absolutamente nada nuevo. Meterse en el terreno pantanoso de las paradojas y realidades alternas no es para cualquiera. Aunque se trate de un entretenimiento liviano, termina saliendo con más agujeros narrativos que cualquier Back to the Future.

Pero el momento más ingenioso y gracioso llega de la mano del “cómo” se ejecuta el desplazamiento temporal: J salta desde la cima de un edificio con un dispositivo especial y va atravesando diferentes épocas en su caída, desde el Jurásico a la Crisis del año 29. No pudimos más que aplaudir el humor negro de quién decidió incluir a los famosos “suicidas bursátiles” en caída libre al lado de J.

El joven K está encarnado a la perfección por Josh Brolin. Aquí también vemos a la voluptuosa Alice Eve como la agente O, la cual es interpretada por Emma Thompson en nuestro presente. No, no se explica la reducción de pecho en éste capítulo. Chistes malos al margen, ni este personaje ni su supuesta relación sentimental con K reciben atención alguna. El tiempo se lo dedican a varias escenas de persecución que involucran al mencionado Boris -cada vez más insoportable- y a Griffin (Michael Stuhlbarg), un extraterrestre que puede ver diferentes posibles futuros.

Ese personaje es interesante, pero ninguno de los secundarios le llega siquiera a las patas a Frank, el perrito parlanchín de las anteriores entregas. Este es exclusivamente el show de Smith. Gracias a su impecable sentido de la comedia verbal y física es que estamos dispuesto a perdonar la mayoría de los defectos en el guión.

No salimos con sed de más MIB, pero el final es lo suficientemente emotivo como para dejarnos con un buen recuerdo de la saga. Si esa era la intención, misión cumplida.

-Reseña crítica de Men in Black 3 escrita con diez tentáculos por Néstor Bentancor.



 
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