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El camino de regreso a Middle Earth resultó un periplo tan desafiante como el de Frodo a las entrañas de Mordor. Luego de la debacle de MGM y la partida de Guillermo Del Toro debido a la agobiante espera, Peter Jackson debió tomar las riendas como director. De otra forma hubiese sido muy difícil que The Hobbit hubiese visto la luz del día.

¡Qué bueno que esta cinta exista! Regresar a explorar el universo de J.R.R. Tolkien es un gran placer. El cuidado en lo técnico y narrativo demuestra un amor profundo por el material original y mucho respeto por el espectador. Personajes como Gandalf (Ian McKellen) y Gollum (Andy Serkis) no abundan en los blockbusters hollywoodenses: Con ellos nos divertimos, vibramos, sufrimos y reflexionamos.

La historia se centra en Bilbo Baggins (Martin Freeman), décadas antes que lo viéramos como el tío de Frodo en la TLOTR. Gandalf y un escuadrón de 13 enanos reclutan al hobbit para ayudarlos a reconquistar la Montaña Solitária, el antiguo hogar de los aguerridos pequeñines que se encuentra ocupada por el feroz dragón Smaug.
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Muchos reaccionar de mala forma cuando se anunció que se harían tres y no dos películas de este libro. Pero a dos horas y cincuenta minutos, la historia no muestra señales de haber sido estirada. Se nos puede ocurrir una o dos escenas que no son vitales narrativamente hablando, pero nada es aburrido como para calificarse como “grasa excesiva”.

La dinámica es muy buena, intercalándose momentos tensos de acción con otros más calmos donde se desarrolla y a los personajes. Podemos así saborear la aventura que nuestros héroes viven en el ahora, mientras vamos procesando información de lo que enfrentarán en el futuro.

Los efectos especiales son “de la gran Weta”, destacándose la súper poblada caverna de los duendes y una titánica pelea entre gigantes de piedra. La música es épica y contagiosa. Una marca registrada de la saga, como también las sobrecogedoras tomas aéreas del majestuoso paisaje Neozelandés.

Las comparaciones suelen ser odiosas, pero también útiles. Sobretodo cuando esta primera parte de lo que será una trilogía-precuela a la original, trae a aquella a colación en reiteradas oportunidades. Luego de ver las tres de El Señor de los Anillos días antes de Un Viaje Inesperado, creo valido el poner esta última en contexto y preguntarnos si estuvo a la altura.

Nada en The Hobbit está por debajo de los estándares de calidad impuestos hace una década atrás. Lo cual no es fácil hasta cuando se tiene a los creadores originales, si no que le pregunten a Lucas y Spielberg. Pero tampoco supera a las anteriores. Tal vez porque hasta los mejores momentos tiene el sabor a algo similar ya expuesto en las tres primeras.

Ninguna de las varias buenas líneas de Gandalf nos impacta como su “You should not pass!” o “Fly, you fools!”. La escena de Gollum -por lejos los mejores minutos del filme- no llega a ser aquella discusión consigo mismo al final de The Two Towers. Ninguno de los enanos nos divierte y enternece tanto como Gimli. Y Bilbo no es Frodo.

No digo que Freeman tuviese que ser el joven inocente y dulce que encarnó Elija Wood. Entiendo que es un Hobbit con más experiencia, desconfiado e independiente. También que en su seriedad exista el contraste con el espíritu festivo y comunal de los enanos. Pero la manera en que el actor y el director decidieron enfocar a Bilbo me resultó demasiado contenida. Se siente frío y hasta “seco” en sus intervenciones, pareciendo demasiado humano y normal para nuestros ojos. Tal vez por eso sentimos tanta pena por Gollum cuando pasa lo que pasa, porque Bilbo no nos simpatiza demasiado. Thorin emerge como una presencia más dominante y memorable.

Lo que está en juego es muchísimo menos grave que el resurgimiento de Sauron y su búsqueda del anillo. El por qué Gandalf está tan involucrado en ayudar a un pueblo que parece adaptado y resignado a vivir fuera de esa montaña, al punto de arriesgar la vida de un integrante de la comarca no es del todo bien explicado. Recién una hora y media dentro podemos escuchar el argumento completo cuando el mago gris se reúne con otros tres personajes poderosos. Pero ni siquiera allí su caso suena del todo convincente.

Algo que sí me molestó fue el abuso de una fórmula que ya perdió sorpresa hace un par de películas atrás: Gandalf llega a último momento para resolver una situación peligrosa, y si el no puede llegan las águilas gigantes. No solamente uno se siente un poco estafado con ese truco, si no que nos distanciamos del personaje por verlo tan poderoso. Algo que llamo “el efecto Neo”. Por qué las aves no se usan más seguido es un misterio.

Pero independientemente de las anteriores y las venideras en esta franquicia, An Unexpected Journey representa una experiencia que vale la pena vivirse a pleno en la pantalla grande. Ya sea IMAX, 3D, High Frame Rate o regular. Esta mega producción merece el éxito en taquilla más que otros productos mecanizados y estériles de la industria.

-Reseña crítica de El Hobbit Un Viaje Inesperado escrita por Néstor Bentancor (@DesdeHollywood).

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