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Lo habitual es que la ficción haga más interesente a la realidad. En el caso de Zero Dark Thirty, sucedió al revés: Lo que se había desarrollado como un recuento de la fallida búsqueda de Osama Bin Laden se transformó en una historia con “final feliz” cuando en Mayo del 2012 los infantes de marina eliminaron al terrorista más famoso.

La historia sigue a la agente de la CIA Maya (Jessica Chastain), quien -según esta versión de los hechos- por 10 años buscó incansablemente a Abu Ahmed, supuesto mensajero del líder de Al Qaeda. Contar los hechos desde el punto de vista de un sólo personaje es un gran acierto. Se evitó la tentación de hacer algo al estilo Traffic y seguir a diferentes representantes de las partes involucradas en el conflicto.

Un dato lleva a los investigadores a una persona o lugar y lo que descubren allí los lleva al siguiente punto. Esta estructura lineal, segmentada en capítulos titulados a la Tarantino, es muy útil para evitar confusiones en medio de tantos nombres, fechas y demás datos. Esta claridad y enfoque en Maya nos ayuda a invertir nuestra energía en lo emocional y no en lo cerebral.
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Su personaje nos recuerda un poco a Clarice Starling de The Silence of the Lambs, siendo otra agente federal pelirroja que abandona el protocolo del salón de clase cuando el mundo real la pone cara a cara con el peor lado del ser humano. La cacería tras el artífice de actos abominables pasa en ambos casos de lo profesional a lo personal, convirtiéndose en obsesión. La escena del final también nos transporta a aquella cinta de Jodie Foster, con el verde del “night vision” de los militares evocando aquél clásico desenlace.

La tortura se muestra como una herramienta tan inhumana como efectiva para “quebrar” informantes. La inclusión de secuencias con diferentes ataques terroristas ayuda a justificar las acciones de Maya y compañía. Un poco más realista y parcial en este sentido hubiese sido el mostrar ejemplos de víctimas inocentes en el mundo Musulmán (además de la fugaz mención a un ataque de “drones” aéreos), o errores provocados por mala información extraída con tortura.

Pero películas criticando las “técnicas mejoradas de interrogación” y a la administración Bush en general hay muchas y la mayoría son aburridas y caricaturezcas. Además, La Noche Más Oscura no es un extenso aviso de reclutameinto con golpes en el pecho a lo Michael Bay. Desde el comienzo nos pone la nariz contra el horror físico y sicológico de la tortura, lo cual puede ser más efectivo que cualquier bien intencionada “película-mensaje” del sector liberal Hollywoodense.

Kathryn Bigelow no viene a dar sermones sino a descendernos en una espiral de enigmas, frustraciones, drama y sobretodo muchísima tensión. No sé si “maestra” o “reina” del suspenso pero algún calificativo de esos hay que buscarle. En vez de irse por la sorpresa decide dejarnos saber con fecha y dato geográfico en forma de texto que estamos a punto de atestiguar algo chocante. Nos pegamos al asiento con el pulso acelerado, como cuando Jeremy Renner intentaba desactivar los explosivos en su anterior producción.
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Utiliza con maestría el silencio, despojándonos de las típicas pistas auditivas que indican cuándo todo está bien y el peligro ya pasó. Técnicamente también hay un enfoque conservador con lo visual, evitando el excesivo movimiento en tomas de cámara al hombro. Un balance perfecto entre el realismo de un especial de canal de noticias y una película de ficción con sublime fotografía.

El tramo final nos inserta en la piel de los infantes de marina que tomaron la propiedad que albergaba a Bin Laden en Pakistán: Los 20 minutos más tensos he inmersivos que he experimentado en el cine en este año. Un final que ejemplifica la mezcla de acción con thriller y drama que ofrece el filme.

Su impacto sería menos poderoso si no fuese por un excelente elenco de reparto -sobretodo Mark Strong, Edgar Ramírez, y Jason Clarke- y una visceral interpretación de Jessica Chastain. Como con un dial ajusta su rango de emociones de lo sutil a lo explosivo sin aparente esfuerzo. Una heroína que no tiene nada que envidiarle a las mujeres más fuertes del celuloide. Aquí no hay xenomorphs ni terminators con quien luchar, pero con sus ovarios bien puestos se abre paso entre dos mundos dominados por hombres, el de la política y el Musulmán.

Creo que el Oscar a The Hurt Locker fue excesivo. Pero si aquel filme le dio la experiencia, y el premio el capital que necesitaba Bigelow para realizar esta estupenda producción, me alegro profundamente.
Zero Dark Thrity es una estrella fugaz en la oscura noche de la mediocridad.

-Reseña Crítica de La Noche Más Oscura escrita por Néstor Bentancor (@DesdeHollywood).

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