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El Santa Barbara Film Festival se destaca por dos cosas, darle la oportunidad a desconocidos cineastas de mostrar su trabajo y celebrar a los astros más destacados del momento. El formato elegido es el tributo público, entrevistando a las celebridades frente a un auditorio abarrotado de admiradores y aficionados al séptimo arte.

Ante el anuncio que no daría declaraciones en la alfombra roja pensamos que nos encontraríamos con uno de esos genios distantes. Afortunadamente, nos encontramos con alguien sumamente abierto y cálido. El Británico exhibió a la vez cierto grado de timidez, tapándose la cara, sonriendo nerviosamente ya hasta quedando colorado en algún momento.

El entrevistador hizo un gran trabajo en mezclar preguntas sobre su carrera con cuestiones más personales, dándole a la velada un toque biográfico y personal. Day-Lewis no le huyó a ningún tópico y habló extensamente de todo, tanto de los problemas que tuvo en su rebelde juventud como de su proceso como actor.

Maravillados quedamos al comprender que la persona delante era la responsable de interpretar a los disimiles personajes que clip a clip seguían su biografía en la pantalla grande del histórico cine Arlington: Un homosexual en My Beautiful Laundrette, un paralítico en My Left Foot (por el cual ganaría su primer premio de la Academia), un sicótico “carnicero” en Gangs of New York, etc.

El nominado a los Oscars 2013 como Mejor Actor Principal por Lincoln mostró la sincera humildad de los sabios que adoptan el “sólo sé que no sé nada”. Se declaró incómodo con el término “artista” y con tanto reconocimiento. Dijo que los meses de descanso entre rol y rol son lo que le permite hacer su trabajo como actor, ya que logra explorar otros intereses y reconectarse consigo mismo.

Michael Mann, quien lo dirigiera en The Last of the Mohicans y su coprotagonista en Lincoln, Sally Field, llenaron de halagos al talentoso que se mostró emocionado por tanto afecto. Ese sentimiento se expresó en un tierno abrazo entre Day-Lewis y Field, en donde la actriz entrelazó sus piernas en la figura que recientemente vistiera el espíritu de “honest Abe”.

Sin dudas alguien muy especial, que pese a ser famoso por llenarse de otros como una vasija vacía, esa noche vertió en los presentes un poco de sí.

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