Mira una crítica sin spoilers de la película DEN OF THIEVES, o lee la reseña debajo. La cinta está ahora disponible en cines de EE.UU.

 
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DEN OF THIEVES es una historia de crimen que sigue las vidas de una unidad de elite del Departamento del Sheriff de Los Angeles, la capital mundial de los asaltos a bancos. Hay muchas películas de robos o Heist, pero ésta no es algo a la Oceans Eleven o Fast and the Furious, liviano, colorido y divertido. Más bien un thriller de acción con toques dramáticos, tono muy serio, seco, maduro, como por ejemplo el de filmes como Triple 9, The Town, o Sabotage de David Ayer. Recuerda también a Elite Squad (Tropa de Elite de Jose Padihla) al seguir a un violento equipo de las fuerzas del orden y explorar las repercusiones de su trabajo en sus vidas privadas.

DEN OF THIEVES

Pero sobretodo quiere ser Heat de Michael Mann, con la saludable ambición de ser algo más que una colección de secuencias de acción, centrarse en los personajes, envolvernos en un juego de ajedrez entre policías y ladrones, y que tenga impacto a nivel emocional y mental. Aunque no se acerca al nivel de excelencia de ese clásico, cumple parcialmente algunas de estas metas, principalmente lo relacionado con el personaje de Gerard Buttler (Nick). El escocés es un actor que siempre es disfrutable, aunque sus películas no terminen descollando. Aquí es como un vikingo suelto en Hollywood, un macho alfa que suda testosterona y no temblaría al enfrentarse con Leonidas de 300. Verlo en la pantalla es tan magnético como ver a un león acechando a su presa.

En Heat teníamos a Pacino vs. De Niro. Aquí es Pablo Schreiber quien encarna al líder del grupo criminal. Schreiber es un buen actor -me gusta bastante su trabajo en la serie American Gods- y cumple satisfactoriamente, pero palidece frente a Buttler en cuanto a carisma y presencia escénica. Además, mientras la historia se centra en Nick en el bando de los chicos buenos, el foco está fragmentado en cuanto a los antagonistas, lo cual contribuye al desbalance en lo que causan estos polos opuestos.

Quien más destaca de los delicuentes, en materia actoral, es O’Shea Jackson Jr., quien luego de un prometedor debut en Straight Outta Compton, deja de manifiesto un registro interpretativo que va más allá del típico “Hombre rudo de Hollywood”, que por ejemplo su padre, el rapero ICE Cube, ha sabido capitalizar.

El juego del gato y el ratón entre ambas facciones es efectivo, ofreciendo momentos llenos de tensión entre ásperos perros de presa, al mejor estilo de los setentas y ochentas. El drama personal, aunque bien intencionado, le quita ritmo y baja los decibeles, haciendo que la película se sienta más larga de lo que es. Las escenas de acción del comienzo y el final son fantásticas e impactantes, y una más de esas a la mitad del a cinta hubiese ayudado mucho a mantener el nivel de adrenalina de principio a fin.

En resumen, la cinta es una mezcla de buenos ingredientes que nos regala un exponente satisfactorio del género policial, aunque no se termine robando todos los aplausos.